Despacho de la jefa de aurores.

-Vale,pero adelantate tu que me gustaria darme una ducha antes-
*Me levanto de la silla*
-Cuando acabe voy para San mungo en un periquete-
*sonrio*
-Hasta ahora-
*Me acerque a la puerta y la abri saliendo de alli *

*Veo entrar al fénix, lo acaricio y cojo la nota que empiezo a leer mientros acaricio al fénix*
"Menudo nombre le ha puesto"
-Nos vemos, Mariano. Bien chispillas... acompañame y luego buscamos a Lucas, voy a hablar con él.
*Me voy del despacho con Chispillas siguiendome*

*Me aparezco con Riku y con el perro*
-Siéntate y cuentame que es lo que sabes, por favor.

*Empiezo a tomar el tono de voz propio de mi cargo*
-Entonces... ¿Cómo sabías que la varita que buscamos es de Sauco?
*Cojo una jarra de agua y dos vasos y sirvo el agua*

-Pero todo el mundo cree que las reliquias no existen y, en caso de que crean que existen... nadie sabe que su núcleo es de pelo de cola de Thertral... a no ser que fabrique varitas o sea auror.
*Me siento en mi sillón y clavo mis ojos en los suyos*

-Pero te pusiste tenso en cuanto nombramos a una varita con núcleo de pelo de thertral.
*Me pongo en pie y me acerco a él*
-Estoy acostumbrada a tratar con gente que niega lo que sabe.
*Le sonrío y miro al perro de reojo*
"No me gusta nada ese bicho"

-Eres demasiado joven... y yo confío en tí. Puedes decirme lo que sabes.
*Lo digo con un tono amable, pero que al mismo tiempo firme*

*la miro*
-¿de verdad quieres que te diga lo que se?

*Asiento con la cabeza convencida*
-Puedes decirmelo.

*empiezo a pensar*
-bien pue lo que se es lo siguiente:...
Fue creada por Antioch Peverell y concede mayor poder en los duelos
al mago que la sostiene. Su madera es de saúco y su nervio, un pelo de cola de
thestral que sólo puede ser controlado
por los que son capaces de enfrentarse a la muerte. A lo largo de la historia ha recibido otros nombres,
como la Varita del Destino o la Astilla Mortal. Es la única de las Reliquias de
la Muerte que no se ha mantenido entre los mismos descendientes, sino que ha
sufrido continuos cambios de mano. El posesor de la varita debe tomarla del
anterior dueño, o de lo contrario funciona como cualquier otra varita. Se
conocen o presumen varios dueños desde Antioch Peverell: Egbert el Flagrante
tomó la varita después de masacrar a Emeric el Malvado; Godelot murió en su
celda después de que Hereward, su hijo, le quitase la varita; Loxias se la quitó
al mago Barnabas Deverill. a partir de este ultimo ya desconozco que le paso a la varita...supongo que es exactamente lo unico que save el ministerio asi que no podre aportaros nada nuevo.
*miro a los ojos a Kate con la mirada mas convictiva posible*
-Y si preguntas como se todo eso no puedo decirtelo, solo te aseguro que a partirde hay no se mas nada.

-De acuerdo... yo he descubierto que el rastro de la varita se perdió hace 24 años... lo que desconozco es el nombre de su último poseedor. Dime... ¿quién te contó todo eso?
*Bebo un poco de agua mientras me apoyo en mi mesa de despacho*

*Saco la varita, con cuidado me acerco a él y susurro*
-Desmaius.
*Riku cae hacia atrás y yo lo sujeto, el perro empieza a gruñirme y me mira con un brillo fanasmal en sus ojos*
-Tranquilo, sólo duerme.
*Lo cojo en brazos y lo dejo en el sofá de mi despacho para que descanse. Le susurro al oido*
-Sabes algo que me hace falta, no me gustaría usar veritaserum...
"Iré a buscar un poco"
*Miro al perro mientras guardo mi varita*
-Te dejo aquí con él. Si viene alguien, no ataques. Por favor.
*Salgo del despacho*

*Entro en el despacho con la varita en la mano y un poco despeiada. Apunto a Riku*
-¡Ennervate!
*Espero a que se despierte*

-Tranquilo, sólo te he dormido.
*Me guardo la varita en la vaina*
-Y como te quejes a mi hermano la llevas clara, busca lo mismo que nosotros.
*Lo miro*
-Así que volvamos a donde nos quedamos ayer.

*Le pongo una mano en el hombro*
-No te conviene hacer eso.
*Clavo mis ojos en su nuca*
-Te explicaré la situación en la que nos encontramos... si te sientas un rato.

-Bien, estamos intentando que un loco asesino no consiga esa varita. La única forma de que no la encuentre es encontrándola nosotros antes. De modo que si conoces algo más... me gustaría saberlo. Después, claro está, tendrías protección del ministerio.
*Me apoyo en la mesa vijilando por el rabillo del ojo al perro*
-Y dile a tu perro que deje de mirarme así. No te voy a hacer daño.